- Sal de mi vista maldito desgraciado ! - le dije mientras salía corriendo por la puerta de mi departamento.
Después de ahí nunca más lo volví a ver, y realmente confieso que lo extraño.
Hace mucho qe no siento sus brazos alrededor de mi cintura, sus besos me daban paz. Hasta podía decir qe cuando estaba con él, viajaba por el mundo en sus ojos. Esos ojos celestes, que cambiaban su tonalidad con el clima. Cuando se ponían celestes, sabíamos qe iba a hacer lindo día. Cuando se volvían grises, una tormenta se avecinaba. Y así ibamos descifrando los climas según sus ojos. Eramos tal para cuál, hasta qe ella entró en discordia.